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Del dicho al hecho no debería haber mucho trecho…

Actualizado: 6 jun 2022

Por: Catalina Jiménez Combariza- Directora y Fundadora, Sentidos Comunicaciones


Articulo publicado en Forbes




No hay mejor estrategia para fortalecer la reputación que mostrarle a nuestro público que lo que decimos es lo que hacemos


Hace unos días, mientras esperaba mi pedido en una de esas tiendas de café en los que escriben tu nombre en la taza, vi como en la fila a un señor se le caían de las manos varias de las cosas que traía y a su vez, en cuestión de segundos, la persona que estaba detrás y quien por cierto se veía bastante mayor que el primero, de forma inmediata colgó la llamada en la que estaba y se apresuró a ayudarle a levantar las objetos del piso.


Esta escena que parece simplemente una anécdota, comunicaba empatía y educación y nos hablaba de una persona amable y capaz de ver al otro, y esto me hizo pensar en todo lo que diariamente comunicamos no verbalmente. Se estima que entre el 60% y 70% de lo que transmitimos lo hacemos a través de gestos, movimientos del cuerpo, apariencia física, postura, incluso con nuestro silencio o puntualidad, entre otras expresiones.


En los restaurantes solemos encontrar muchos ejemplos de comunicación no verbal, la pareja que no se mira a los ojos y que por el contrario cada uno se concentra más en lo que sucede en su celular o en la mesa del lado, o el comensal que espera pacientemente a que los otros dejen de revisar sus dispositivos para así comenzar con la comida; el cliente que hace su pedido sin tan sólo mirar al mesero que le toma la orden, el compañero de cena que no habla, pero que está pendiente de escuchar atentamente cada historia de los demás miembros de la mesa.


En lo personal, he tenido reuniones y almuerzos muy aburridos, cuando mi acompañante no deja de chatear o hablar por teléfono, definitivamente siento que me está diciendo, no quisiera estar acá, o he tenido que esperar a alguien por horas y por supuesto me ha comunicado sin decirlo que no le da importancia a nuestra cita. A veces, del “dicho al hecho hay mucho trecho” y normalmente el hecho o los datos sólo necesitan ser bien comunicados.


Lo que no nos decimos

Las empresas están obligadas a construir sus historias basadas en hechos, crear narrativas que sean coherentes con sus acciones. No hay mejor estrategia para fortalecer la reputación que mostrarle a nuestro público que lo que decimos es lo que hacemos.


En esta labor, desarrollamos la habilidad y el olfato para descubrir que las buenas acciones y los hechos tienen siempre el potencial de ser historias contadas desde un ángulo positivo, y este lo encontramos cuando pensamos en el otro, qué es lo que realmente le podría interesar saber, qué le aporta esta información y cómo podría beneficiarlo o enriquecerlo y así, construimos un mensaje y lo transmitimos. Y, ¿qué pasa con la comunicación no verbal de nuestros voceros y las marcas a las que representamos?


En una agencia de relaciones públicas, nuestro propósito es pensar cómo las marcas que representamos y el espíritu de los voceros con las que trabajamos se pueden capitalizar para construir un discurso coherente, fuerte y que se sintonice con sus diferentes grupos de interés a los llegamos. Ahora bien, volviendo a la comunicación no verbal… para construir estos mensajes y conectar con la audiencia, no sólo importa lo que se transmite de forma verbal, sino que además comprende todos aquellos elementos intangibles que ocurren al interior de una organización y que de alguna manera se convierten en esa comunicación NO verbal de la compañía.


Las empresas tienen su propia comunicación no verbal y es lo que ocurre entre sus colaboradores, en lo alineados que están todos los miembros del equipo con la visión y la misión de la organización. No hay una estrategia de relaciones públicas más poderosa, que la consistencia de lo que estamos comunicando afuera con voceros oficiales y la congruencia entre lo que se escucha en el voz a voz de pasillo y en el exterior con voceros no oficiales. Hacer que lo que decimos sea consecuente con lo qué está pasando.


Entender que importan tanto las palabras, la forma como las comunicamos, el tipo de lenguaje corporal y no verbal que usamos es la mejor manera de expresarle a nuestros grupos de interés que nos importan y que nuestra narrativa es consistente con lo que estamos haciendo y con quienes somos como personas o como una empresa. De nosotros depende que lo que otros perciban de nuestra marca a través de lo que decimos y lo que hacemos muestre lo mejor que somos como seres humanos y organizaciones y que en esta oportunidad no haya ningún abismo entre lo dicho y lo hecho.


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